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Histeroscopía
La histeroscopía es un procedimiento quirúrgico mínimamente invasivo que permite al ginecólogo examinar y tratar el interior del útero mediante el uso de un instrumento especializado llamado histeroscopio. Este dispositivo es un pequeño telescopio de aproximadamente 4 milímetros de grosor, que se introduce a través del cuello uterino. A diferencia de otras intervenciones quirúrgicas, la histeroscopía no requiere incisiones en la piel ni puntos de sutura, ya que utiliza el orificio natural del cuello uterino para acceder al útero.
El procedimiento puede llevarse a cabo tanto con fines diagnósticos como terapéuticos. En su aplicación diagnóstica, la histeroscopía permite al médico observar directamente el interior del útero para identificar posibles anomalías como pólipos, fibromas, adherencias (síndrome de Asherman), malformaciones uterinas, o causas de sangrado anormal. Esta visualización directa ofrece una precisión diagnóstica superior a otros métodos, como la ecografía.
El procedimiento se realiza generalmente en un entorno ambulatorio, bajo anestesia local, regional o general, dependiendo de la complejidad del caso y las preferencias del paciente y el médico. La histeroscopía suele ser bien tolerada, con un tiempo de recuperación relativamente corto en comparación con otros procedimientos quirúrgicos más invasivos.
Además de sus aplicaciones en el diagnóstico y tratamiento de patologías intrauterinas, la histeroscopía también se utiliza como método de intervención quirúrgica para la esterilización femenina, mediante la colocación de dispositivos que inducen la obstrucción de las trompas de Falopio.
En resumen, la histeroscopía es una herramienta valiosa y versátil en la ginecología moderna, que ofrece a los médicos una forma efectiva y menos invasiva de diagnosticar y tratar diversas condiciones uterinas, mejorando así la salud y el bienestar de las pacientes.